Inteligencia emocional para «aprender a ser»

Goleman definió en 1995, la inteligencia emocional como la capacidad para reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de automotivarnos, y de manejar de manera positiva nuestras emociones, sobre todo aquellas que tienen que ver con nuestras relaciones humanas.  Se trata de una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la agilidad mental, etc., y que configuran rasgos de carácter, como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, indispensables para una buena y creativa adaptación social. La evidencia empírica demuestra sus enormes beneficios personales y sociales hasta el punto, que se ha llegado al convencimiento de que ésta constituye un importante predictor del éxito en la vida y del bienestar psicológico general.

El Informe Delors (UNESCO 1996) reconoce que la educación emocional es un complemento indispensable en el desarrollo cognitivo y una herramienta fundamental de prevención, ya que muchos problemas tienen su origen en el ámbito emocional. Su objetivo es ayudar a las personas a descubrir, conocer y regular sus emociones e incorporarlas como competencias.

La familia es la primera escuela para el aprendizaje emocional, por lo que el uso inteligente de las emociones debería iniciarse en ese ámbito para continuarse después en la escuela. Los entornos familiar y escolar, y más tarde el social, proporcionarán al niño muchos de los referentes que utilizará como patrones de comportamiento en su desenvolvimiento diario. Por ello, padres, profesores y sociedad, debemos comprometernos y complementarnos en ese proyecto común que es educar emocionalmente a niños y jóvenes.

Durante mucho tiempo se pensaba que tener un alto coeficiente intelectual y una buena preparación académica era lo más importante para triunfar en la vida. Actualmente, los responsables de recursos humanos no sólo buscan la capacidad intelectual y una preparación técnica en los candidatos, sino que se centran también en ciertas cualidades personales, referentes todas a la inteligencia emocional, como la confianza en uno mismo, la motivación para trabajar para poder conseguir metas, el saber escuchar y comunicarse oralmente, la persistencia ante las dificultades, el espíritu de colaboración de equipo,  la iniciativa y la empatía, la adaptabilidad y la persuasión, el control de las emociones y el manejo de situaciones conflictivas y el liderazgo, entre otras.  Necesitamos recursos para afrontar los retos profesionales con mayores probabilidades de éxito, autocontrol y bienestar y para conseguir un desarrollo pleno de la personalidad además de un mayor conocimiento de uno mismo para prevenir y superar estados de ánimo negativos.  Y esto sólo es posible con la educación emocional del individuo.

Nuestra escuela, en respuesta a estas nuevas demandas sociales, decide asumir su parte de responsabilidad en este proceso dirigido a conseguir el desarrollo integral del individuo, y se propone propiciar dentro de su proyecto formativo, el valor añadido de la competencia emocional de los alumnos. En el Colegio Salesianas de Alicante, somos conscientes de esta inquietante realidad que afecta a nuestros jóvenes y tras reflexionar sobre nuestra labor como Comunidad Educativa, llegamos a la conclusión de la validez y actualidad del carisma, valores y metodología del sistema Preventivo de Don Bosco y María Mazzarello, como instrumentos válidos para la mejora de la educación emocional de nuestro alumnado.

Muchas de las actividades que realizamos en nuestro quehacer diario van orientadas a conseguir estas competencias relacionadas con la educación emocional. Son hábitos y prácticas que implican habilidades emocionales específicas que nuestros alumnos van interiorizando poco a poco. En las Asambleas de Infantil los niños y niñas comienzan a dialogar y a expresar sus sentimientos sobre los temas que les afectan. En Primaria y Secundaria, al comenzar cada jornada, en los Buenos días, con ayuda de los tutores, se realizan reflexiones sobre diferentes temas y valores. También dedicamos cada día unos minutos para iniciarnos en el Mindfulness o práctica meditativa encaminada a mejorar la atención y conciencia sobre nuestro cuerpo y a identificar sus sensaciones y las emociones a las que van ligadas.

“El día de la prueba de matemáticas hicimos una meditación y gracias a eso me sentí más tranquilo, pude pensar más y me salieron mejor las cosas” (M, 12 años)

Además, prestamos una especial atención a las relaciones entre los alumnos durante la jornada escolar y dedicamos tiempo a analizar los pequeños conflictos o discusiones que pueden ir surgiendo para aprender a resolverlos de una manera asertiva y dialogante.  En ocasiones, cuando el conflicto plantea más dificultades, nuestro equipo para la prevención del acoso ha intervenido y ha realizado mediaciones entre los alumnos que han llevado a la resolución del mismo de una manera satisfactoria. Resaltamos de manera especial, la labor de nuestros equipos de Alumnos Ayudantes que en la etapa de Secundaria y de manera altruista colaboran con los profesores en la prevención y solución de los problemas de convivencia de sus compañeros de clase.

Por otro lado, tanto el equipo de profesores de Ayuda a ser feliz como el Departamento de Orientación de nuestra escuela junto con cada uno de los profesores y tutores, diseñamos y colaboramos en la realización de actividades y dinámicas específicas para las sesiones de tutoría o de manera transversal en las diferentes asignaturas que contribuyen a la reflexión y adquisición de todas estas competencias que incluye la educación emocional.

En las sesiones especiales de interioridad, se trabaja la introspección o inteligencia intrapersonal mediante temas que preocupen o interesen a los alumnos según su edad como los sueños, la identidad personal, los miedos, los afectos…

“Con la tutoría de los miedos, aprendimos a expresar mejor esta emoción. Creo que además se formó un ambiente de comprensión entre nosotros ya que me he dado cuenta de que muchos de mis compañeros tienen los mismos miedos que yo” (R, 12 años)

“Esta tutoría nos ha servido para hablar sobre nuestro miedo a hablar en público y eso nos ha ayudado a que se nos pase la vergüenza” (L y M, 12 años)

También se programan tutorías semanales sobre conductas o emociones concretas que les preocupan o que suelen ser fuentes de conflicto como el acoso, las burlas, la ira, los rumores, el asertividad, el miedo, el respeto en los juegos y prácticas deportivas…

“Las burlas o bromas pesadas, aunque parezcan divertidas, pueden llegar a destrozar la vida de una persona y es importante que esto no pase. Gracias a las tutorías sobre estos temas, algunos de nosotros hemos dejado de sufrir bromas sobre nuestro aspecto físico que me causaban tristeza y mal humor. Ahora, después de tratar el tema en clase, me siento bien y feliz y me llevo mejor con los compañeros que me las gastaban” (I y A, 12 años)

Todo este marco teórico, junto con los efectos positivos que vamos observando en nuestro alumnado nos llevan a seguir trabajando con interés y dedicación esta competencia emocional a través de los diferentes momentos de aprendizaje. Consideramos que la adquisición de las diferentes habilidades que esta competencia implica son fundamentales para que nuestros chicos y chicas puedan alcanzar una vida significativa, plena y feliz ante los retos que se les plantean en el cambiante escenario de nuestro mundo actual.

María Guevara Sala

Tutoría: 6ºA de Ed. Primaria

Equipo: Ayuda a ser feliz